
Colegio Sor Juana Inés de la Cruz de Monterrey, A.C. Jueves 15 de abril 2021.
“Cuando nuestro corazón
se conecta con el corazón
de Dios, cosas extraordinarias
suceden”.
¡Buenos días!
VIDA DE SANTOS
SANTA ENGRACIA, Virgen y Mártir (303)
(Se celebra el 16 de abril)

En tiempos del emperador Diocleciano (285-305) fue cuando más sañudamente fue perseguida la religión cristiana. Por España se extendía de modo prodigioso y había que atajarla. Para ello envió como prefecto al cruel Daciano que regó de sangre inocente todas las tierras españolas empezando por Barcelona con Sta. Eulalia y terminando en Zaragoza con San Vicente, San Valero, nuestra Santa con sus dieciocho Compañeros y los Innumerables Mártires de esta ciudad.
Aunque hayan desaparecido las Actas Martiriales, han llegado hasta nosotros noticias fidedignas de la heroicidad y martirio de Santa Engracia. El inspirado poeta Prudencio, en su Libro de las Coronas, himno IV, después de cantar maravillosamente el valor de estos mártires, les contempla llegando al cielo “donde serán presentados por un ángel, al mismo tiempo que la virgen Engracia…”
Han llegado hasta Zaragoza noticias de las barbaridades que por donde pasa realiza el impío Daciano. Ya se conocen los pormenores y valentía de Eulalia de Barcelona. Aquellos días se encontraba en Zaragoza la noble joven Engracia, que venía de Brácara y se dirigía hacia Rosellón acompañada de un numeroso cortejo para encontrarse con su prometido y allí contraer matrimonio cristiano.
Pero otra suerte era la que le esperaba. Valiente y guiada sin duda alguna por el Espíritu Santo, se presentó valiente ante Daciano y le dijo:
“Juez inicuo, ¿tú desprecias a tu Dios y Señor que está en los cielos y exterminas con tantas crueldades a sus admiradores? ¿Por qué te empeñas tú y tus emperadores en perseguir a los cristianos sólo porque no adoran a vuestros ídolos que son templos de los demonios?”
Engracia no iba sola. Le acompañaban como apuestos caballeros todos los pajes de su séquito dispuestos a correr la misma suerte que su Dama, ya que era su misma fe la que profesaban. Eran éstos, para feliz memoria: Luperco, Optato, Suceso, Marcial, Urbano, Julio, Quintiliano, Publio, Frontón, Félix, Ceciliano, Evencio, Primitivo, Apodemio, Maturino, Casiano, Fausto y Jenaro. Ellos confirmaron con sus hechos las mismas palabras de Engracia y estaban dispuestos a morir por Jesucristo.
Daciano recuerda que con Eulalia le fue mal su procedimiento y quiere cambiar de táctica con esta valerosa joven. Empieza con halagos y como si no hubiera oído las duras palabras de la virgen cristiana, le dice con dulzura:
– “¿No ves, amable y noble joven, que no va bien con tu noble linaje pertenecer a esa pobre secta y que basta con que abraces nuestra religión y les sacrifiques a nuestros dioses para que tengas cuanto te plazca?”
Y contesta con valentía Engracia:
– “Calla, sacrílego demonio. ¿Tú te atreves a darme a mí consejos? ¿Por qué no te los das a ti mismo y tratas de aborrecer esa satánica secta que profesas tú y los tuyos, ya que viviéndola os espera un eterno infierno? De nada me sirven tus lisonjas y ya te advierto que no pierdas tiempo tratando de hacerme cambiar de actitud. Estoy dispuesta a sufrir cuantos tormentos quieras hacer caer sobre mi cuerpo, pues, aunque él muera, nunca podrás hacer que muera mi alma”.
– “Caiga sobre ti todo el peso de la ley”, dijo por toda respuesta Daciano. Y los esbirros la arrastraron atada a la cola de un caballo por toda la ciudad, después le arrancaron el hígado y sacaron el corazón. A pesar de tan crueles tormentos no acababa de morir, y el mismo Daciano clavó un clavo en la cabeza de la santa virgen y mártir.
Desde siempre ha existido en la Iglesia que lleva su nombre de la ciudad de Zaragoza la Cripta de Santa Engracia y de las Cenizas de los Innumerables Mártires que murieron en esta cruel persecución. Era el año 303, quizá en este día, cuando volaba al cielo Engracia y sus dieciocho compañeros.
Oración de Fortaleza y Esperanza para momentos difíciles.
“Oh Dios providencial,
Tú nos diste a Santa Engracia
como testimonio de fe y fortaleza,
haz que nosotros tengamos fe en Ti
y tengamos también fortaleza
para afrontar las barreras de cada día.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén”.
Mucho amor
y Bendiciones para todos.
Madre María Teresa Silva Sandoval
Directora General
Misionera Cordimariana