“ SAN DIEGO DE ALCALÁ, religioso ”

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COLEGIO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ DE MONTERREY, A.C.

Jueves 10 de noviembre, 2022.

VIDA DE SANTOS

“ SAN DIEGO DE ALCALÁ, religioso

( 1463 ) ( Se celebra el 13 de noviembre )

      San Diego nació a finales del siglo XIV en San Nicolás del Puerto, Sevilla, de humilde familia. Humilde pueblo y humilde familia, pero Dios se complace en exaltar a los humildes, y San Diego no pudo ocultar, con su mucha humildad, los múltiples milagros que realizaba.

     Diego buscó pronto dirección espiritual que orientara sus deseos de santidad. La encontró en un sacerdote ermitaño, cerca de San Nicolás. De allí fue a un convento de Córdoba, donde profesó como hermano lego en los franciscanos. Allí empezó su vida andariega por pueblos de Córdoba, Sevilla y Cádiz, dejando un reguero de caridad y milagros.

     Luego fueron las islas Canarias escenario de sus afanes apostólicos. La isla de Fuerteventura, sobre todo, donde atrajo al cristianismo miles de guanches (antiguos aborígenes de las islas de Tenerife, Canarias, España, que habitaban antes de la conquista castellana en 1496), y de cuyo convento fue nombrado guardián, fue campo de su celo.

     El año 1450, proclamado Año Santo por Nicolás V—el primer Año Santo fue proclamado el año 1300 por Bonifacio VIII — ofreció a Diego la ocasión de marchar a Roma para lucrar las indulgencias del Jubileo. Fue una larga y penosa peregrinación de varios meses que aprovechó para predicar y hacer el bien por muchos pueblos de Francia e Italia. Asistió a la canonización de San Bernardino de Siena, a la que habían acudido miles de franciscanos. Se declaró entre ellos la peste, y Diego se distinguió en atenciones con los apestados, consolándoles y mitigando sus dolores. Residió durante varios meses en el convento de Santa María de Araceli.

       Vuelto a España, le destinaron a Alcalá de Henares, su última estación. Aquí sobre todo desplegó el ardor de su corazón en obras maravillosas. Es de notar cómo un hermano lego pudo llegar a ser tan popular y famoso, tanto en vida como su sepulcro después de muerto.

       La razón estriba en que el Señor quiso premiar la pequeñez de su siervo, que sólo quiso distinguirse por sus aspiraciones a la santidad. Brillaba Diego por su sencillez, su humildad, su servicialidad, su obediencia, su caridad heroica, especialmente con los pobres y los enfermos.

     «Dios Nuestro Señor, dice Sixto V en la Bula de canonización, eligió al humilde y bienaventurado Diego, mostrando claramente que lo que es menos sabio es más sabio que todos los hombres, y lo más enfermo y débil, más fuerte que todos los hombres. Dios, el único que hace maravillas, a este su siervo pequeñito, con sus celestiales dones de tal manera lo adorno, que no sólo esclareció con sus prodigios los reinos de España, sino aún los extraños, donde su nombre es conocido, con gran honra y gloria suya».

     Todos acudían a él mientras vivió, a pedirle consejo y consuelo. Y todos acudían a él en su sepulcro para acogerse a su protección. Como fue el caso de Enrique IV de Castilla, para pedir la curación de la Beltraneja (reina de Castilla, llamada por sus adversarios “la Beltraneja”, fue infanta Castellana, reina de Castilla y reina consorte de Portugal).

     El caso más conocido fue el de Felipe II, que estando su hijo, el príncipe Carlos, enfermo de gravedad, mandó trasladar los restos de San Diego a la cámara regia para conseguir la curación. Este milagro lo popularizó Lope de Vega, tomándolo como argumento en una de sus comedias.

     Lleno de méritos, el humilde franciscano entregó su alma a Dios el 13 de noviembre del año 1463 en Alcalá de Henares. Subió a los altares el año 1588 bajo el pontificado de Sixto V. Su proceso de canonización había sido introducido por el Papa Pío IV, a instancias sobre todo de Felipe II, y uno de los milagros exigidos y aprobados para la canonización fue el de la curación de su hijo, el príncipe Carlos.

 “San Diego de Alcalá, siendo hermano

franciscano intuiste el camino de servir al

buen Dios como lo hiciera el pobre de Asís.

No ambicionaste reconocimientos,

queriendo ser un hermano lego, portero o

jardinero. Se te acusaba de ser caritativo.

Tu fama de santidad te acarreó alguna

que otra envidia y trajín de gentes que

pedían tu oración. Ejemplo de entrega a

Dios, concédenos la gracia  de servir

sin miramientos y de amar al Creador

con el mismo celo con que lo hiciste tú”.

Amén.

Madre María Teresa Silva Sandoval

Directora General

Misionera Cordimariana.