COLEGIO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ DE MONTERREY, A.C.
Jueves 18 de mayo, 2023.
VIDA DE SANTOS
SANTA RAFAELA MARÍA DEL
SAGRADO CORAZÓN
(Religiosa 1925)
Santa Rafaela nació en Pedro Abad, Córdoba, el año 1850. Fueron 13 hermanos: once varones y sólo Dolores y Rafaela. Cuatro años tenía Rafaela cuando murió su padre. Y cuando apenas cuenta 19, pierde a su madre.
Esta muerte le afectó mucho. “Prometí al Señor no poner jamás mi afecto en criatura alguna”. Pero ya a sus 15 años había hecho voto de castidad perpetua.
Rafaela y Dolores intensifican su piedad y obras de caridad. Pasan un tiempo de reflexión con las Clarisas de Córdoba. Un virtuoso sacerdote, D. Antonio, las orienta. Entran en contacto con la sociedad de María Reparadora. Cuando la sociedad se traslada a Sevilla, ellas se quedan en Córdoba. Con la ayuda del Señor Obispo, Fray Ceferino González, fundan el Instituto de Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada.
Por incomprensiones del Sr. Obispo se trasladan a Andújar y de allí pasan a Madrid. Les acompañan 16 religiosas. Muere su protector, D. Antonio, y le sustituye el P. Cotanilla, Jesuita, y el Obispo auxiliar, doctor Sancha. Ha sido un viacrucis con muchas estaciones. Pero la nueva Fundadora, Madre Rafaela, lo acepta todo, recitando versículos del Tedeum.
El Primado de España, Cardenal Moreno, les concede la aprobación
diocesana en 1877. Por fin el Papa León XIII en 1887 aprobaba la Congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y las Constituciones, inspiradas en las reglas de San Ignacio.
Pronto se multiplicaron las fundaciones de nuevas casas: obras de apostolado y adoración reparadora. En la base de todo estaba la continua oración, que la M. Rafaela vivía e infundía en sus hijas, y sus heroicas virtudes, sobre todo la profundísima humildad, tanto que alguien llamó a la Madre “la humildad hecha carne”.
Surgen pronto las desconfianzas, las incomprensiones, el arrinconamiento, el largo y absoluto olvido. Es un caso quizá único y ejemplarísimo en una Fundadora. Graves dificultades surgieron en el gobierno, la movieron a renunciar al generalato a favor de su hermana Dolores.
Fue un largo y dolorosísimo calvario. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Estaba en la plenitud de su actividad, a sus 43 años. Es el grano del trigo que muere para fructificar. Y así pasan más de 30 años. Es difícil comprender el aislamiento, duros trabajos y humillaciones por las que pasa la M. Rafaela. Y para explicar esta situación, se divulga la especie de que se ha nublado su razón. La Madre Rafaela se abraza a la “locura de la cruz”, y una vez más, callada, sin una queja, en su pasión. Dolorida, pero serena recorre ese espinoso camino, sostenida sólo por Dios, que la consuela con gracias internas y manifestaciones extraordinarias.
Sólo tres breves salidas hizo desde la casa de Roma, a Loreto, Asís y España, donde ni siquiera pudo visitar a su hermana en Valladolid, que vivía allí retirada también del gobierno de la Congregación, y “bajó de nuevo a su Nazaret”, para seguir allí súbdita hasta la muerte, sirviendo en silencio y la inmolación. Ni su director podía comprenderla y consolarla, pues hasta dudaba e ignoraba que ella fuera la Fundadora. Ella callaba.
Pasaba muchas horas ante el Santísimo de rodillas, lo que le causó una enfermedad en las rodillas.
Se fue consumiendo poco a poco en holocausto de amor. El Año Santo de 1925 volaba a descansar en los brazos del Padre. “El que se humilla será ensalzado”.
Comprobada la heroicidad de sus virtudes, fue beatificada en 1952. Y más tarde, en 1977, fue canonizada.
“Oh Dios, que por tu Hijo Jesucristo
enviaste a tus apóstoles a todas
las gentes, concédenos tu Santo Espíritu
para que nos reúna a todos en tu Iglesia,
a fin de que, imitando el celo apostólico de
Santa Rafaela María, trabajemos en la
extensión de tu Reino. Amén”.
Madre María Teresa Silva Sandoval
Directora General
Misionera Cordimariana.