VIDA DE SANTOS: SAN AGUSTÍN DE CANTORBERY

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COLEGIO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ DE MONTERREY, A.C.     

                                            Viernes 26 de mayo, 2023.

VIDA DE SANTOS

SAN AGUSTÍN DE CANTORBERY

(Obispo año 605)

Se festeja el 27 de mayo

      San Agustín de Cantorbery es el apóstol de Inglaterra, pues es quien dio comienzo a su conversión el año 596. Puede con todo derecho ser colocado junto a los grandes apóstoles de Cristo, al lado de San Patricio de Irlanda, de San Bonifacio de Alemania y de otros evangelizadores.

      Cuenta el Venerable Veda que paseando un día por el foro romano San Gregorio Magno, vio un grupo de jóvenes esclavos de blanca tez y rubios cabellos. Eran de la isla de Bretaña y todavía no habían oído hablar de Cristo. San Gregorio era abad del monasterio de San Andrés, en el Monte Celio. Recogió a los esclavos y concibió la idea de ir a misionar a la isla de Bretaña. No pudo ir, pues poco después era elegido Papa.

    Pero había en su monasterio un prior santo y sabio, Agustín, y a él le encomendó la misión que personalmente ya no podía realizar. Aquel monasterio fue, pues, la cuna de la evangelización y civilización inglesa.

     De allí salió Agustín con 39 compañeros el año 596. Tuvieron que sufrir muchas burlas y atropellos de parte de los nativos. Desembarcaron en el reino de Kent. El rey Etelberto, aunque pagano, era generoso y liberal. Después de algunas vacilaciones los recibió. Les agradeció las promesas que le ofrecían, y les dio libertad para predicar su fe.

      Entraron en Cantorbery, capital de Kent, los 40 monjes, Agustín delante, y junto a él un monje con la cruz y otro con un estandarte con la imagen de 

Cristo. Una hermosa procesión que les impresionó.

     Los benedictinos se extendieron por el reino con gran fruto. Les ayudó mucho la reina Berta, católica y descendiente de Clodoveo. Multitudes se bautizaron. El rey Etelberto también. Cedió a Cristo su palacio, que desde entonces fue la catedral de Cantorbery, primada de Inglaterra.

     Gregorio Magno expresa en sus cartas la gran alegría que le embargaba por los frutos apostólicos de Agustín y su monjes. Les enviaba más monjes, que fueron al reino de Essex, y le encomendaba erigir obispados. Entre otros, fueron creados los de Londres, York y Rochester.

     Uno de los monjes, Paulino, llegó hasta Northumberland. El rey Edwin tenía dudas sobre la nueva doctrina y convocó una junta para deliberar.

Majestad, dijo uno, cuando estáis con vosotros nobles junto al fuego, la sala está caliente, pero fuera todo es crudo invierno. De pronto entra un pajarillo, revolotea por la sala y sale. Cuando está adentro se siente abrigado, pero apenas sale, vuelve al frío, la lluvia y la nieve.

Lo mismo pasa, continuó, con la vida humana. Ahora estamos resguardados del frío. Pero no sabemos lo que aconteció antes ni lo que viene después. Somos como ese pajarillo. Si esta nueva doctrina da alguna luz sobre esto, vale la pena conocerla. Si estos hombres venidos de Roma nos ofrecen alguna aclaración sobre el origen y el destino de la vida, lo más prudente será escucharles… Y Paulino predicó el Evangelio.

     Anteriormente a la conversión de los anglosajones, había ya núcleos de bretones cristianos, pero muy reducidos y sin influencia, encerrados en sí mismos, por enemistad con los anglosajones. Agustín pidió colaboración a estos bretones, del país de Gales, pero de momento no pudo conseguirla. Sólo bastante más tarde se conseguiría la unión.

     El apostolado de Agustín sólo duró siete años. Pero al morir dejaba organizada la magna empresa de la evangelización de la isla. Murió el gran apóstol el año 605, dos meses después que San Gregorio Magno.

“Señor Dios, que por la predicación de tu

Obispo San Agustín de Cantorbery

llevaste a los pueblos de Inglaterra la

luz del Evangelio, concédenos que el fruto

de su trabajo apostólico perdure en tu

Iglesia con perenne fecundidad.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad

del Espíritu Santo y es Dios

por los siglos de los siglos. Amén”.

Madre María Teresa Silva Sandoval

Directora General

Misionera Cordimariana.