COLEGIO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ DE MONTERREY, A.C.
Martes 20 de junio, 2023.
VIDA DE SANTOS
SANTA FLORENTINA
(Virgen, año 636)
Nos encontramos ante un caso verdaderamente prodigioso. Cuatro hermanos santos y reconocidos como tales por la Iglesia: San Leandro, San Isidoro, San Fulgencio y nuestra biografiada Santa Florentina.
Los padres de nuestra santa se llamaron Severiano y Túrtura y supieron educar cristianamente a sus hijos cuyos frutos ahora reconocemos.
Su padre desempeñaba un alto cargo en Cartagena pero por razones políticas parece que hubo de emigrar a Sevilla por el año 554.
Aquí continuaron dando maravilloso ejemplo de unión y de vivencia de las virtudes cristianas. Leandro llegará a ser Arzobispo de Sevilla y una vez muertos sus padres, se encargará de formar a sus hermanos menores: Isidoro, que será también Arzobispo de Sevilla y una gran lumbrera de España y San Fulgencio que fue obispo de Écija, así como a Santa Florentina.
A Florentina le estará reservada la gracia de consagrarse al Señor en la vida religiosa y de ser Abadesa y madre de muchas monjas. Ella será a su vez quien mayormente influirá en la formación y consagración a Dios. Su juventud fue tan santa como podía esperarse de aquel hogar donde reinaba el amor y temor santo de Dios. El trabajo y la formación espiritual era a lo que estaban entonces llamadas, especialmente las mujeres de la época visigoda, a la que pertenecen de lleno estos cuatro santos hermanos.
A la obra, sobre todo de San Leandro, se debe la conversión de San Hermenegildo a la fe cristiana y su martirio y la conversión posterior de Recaredo y con él toda la Península.
Vale la pena traer aquí los consejos que en un precioso tratado daba San Leandro a su hermana Florentina valiéndose del nombre de su piadosa madre, Turtur, en latín, que significa tórtola en castellano: “No quieras irte del tejado en donde la tórtola tiene sus pequeñuelos. Eres hija de la inocencia, del candor, tú
precisamente que tuviste a la tórtola por madre. Pero ama mucho más a la Iglesia, tórtola mística que todos los días te engendra para Cristo. Descanse tu ancianidad en su seno, como antaño descansabas y tu ardor mecías en el regazo de la que cuidó tu infancia.
¡Ah, hermana mía querida, comprende si puedes el ardiente deseo que inflama el corazón de tu hermano de verte unida con Cristo! Tú eres lo mejor de mí mismo. ¡Desgraciado de mí si otro pretendiese despojarte de tu corona! Tú eres delante de Cristo mi baluarte, tú mi prenda querida, mi hostia santa por la que he de merecer salir del abismo de mis pecados”…
Ante tales acentos ¿quién es capaz de no admirar el profundo amor que le profesa su hermano a la vez que la gran estima que siente por la vida consagrada?
El mismo San Leandro escribirá para su hermana y las demás monjas de su tiempo un precioso tratado que vendrá a ser como una especie de Regla que influirá grandemente sobre todos los monasterios femeninos de su tiempo.
Le dice entre otras cosas que no trate con mujeres casadas porque viven una profesión distinta. Que sea servicial con las hermanas que viven con ella y que procure no hacer sufrir a ninguna. Debe procurar leer y orar continuamente. Cuando tenga que hacer algún trabajo debe procurar que otra le lea algo. Si vive la vida comunitaria, su vida se parecerá a la de los Apóstoles. Debe procurar permanecer siempre en el mismo monasterio. Y un consejo para ella que era superiora: Que sea discreta para saber lo que debe conceder y negar según las necesidades de cada una. Que no tenga peculio, ya que todo en el Monasterio es común… Buenas reglas que siempre procuró vivir Florentina y que viviéndolas llegó a la perfección. Murió por el año 636.
Oremos a Santa Florentina para que ella
interceda ante Dios para que nuestros jóvenes
encuentren en Cristo el verdadero amigo…
y vivan la alegría del servicio a Él y al
prójimo. Para que en ninguna familia falte
casa, vestido, sustento y trabajo. Te pedimos
por nuestros gobernantes, que prevalezca el espíritu
y la acción de justicia, honestidad y solidaridad.
Y que todas nuestras familias vivamos unidas
dando los padres el ejemplo de armonía y unidad. Amén.
Madre María Teresa Silva Sandoval
Directora General
Misionera Cordimariana.